En octubre de 2024 cumplí 50 años como fundador y profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco (UAM-X), en la Ciudad de México, estudiando la comunicación social, desde diversos ángulos, para tratar de entenderla y colaborar a transformarla.
Javier Esteinou Madrid
Durante más de medio siglo la UAM-X nos proporcionó a los académicos un clima de absoluto respeto laboral, autonomía intelectual, rigor cognoscitivo, razonamiento científico, amplia infraestructura informativa y pluralidad ideológica para examinar los fenómenos de la comunicación colectiva en el país y otras partes del mundo, a través de distintas perspectivas de reflexión.
Libertad de pensamiento
Gracias a esa atmósfera de libertad mental como Casa Abierta al Tiempo, los universitarios pudimos crear durante muchos años un pensamiento analítico de carácter pluri dimensional crítico y propositivo con la finalidad de aportar elementos teórico-político-pragmáticos que pudieran contribuir a mejorar el sistema de difusión, público y privado, en nuestra República.
La UAM se convirtió en una institución que le proporcionó a la sociedad conocimientos transparentes y objetivos sobre las grandes problemáticas sociales, comunicativas y culturales de la agenda nacional.
La “crisis de la verdad”
Sin embargo, a partir de 2018, los tiempos cambiaron radicalmente y los diagnósticos acerca de la realidad de la Republica, particularmente de la comunicación política, cada vez más, se edificaron cotidianamente bajo la estrategia propagandista de los “otros datos” oficiales difundidos a través de la “Conferencia Matutina” y de otras infraestructuras ideológicas de la presidencia de la República, como los influencers, que nublaron la producción meridiana del conocimiento de los hechos verídicos de la sociedad.
Teniendo la alternativa histórica el gobierno de la “Nueva Esperanza” de dirigir al país desde la “brújula científica” del desarrollo humano, y no desde la ideologización y la publicidad política, optó por practicar esta última vía proselitista de conducción de masas.
De esta manera, el sistema de gobernabilidad lopezobradorista adoptó la maniobra propagandista que postuló “controla la narrativa colectiva y conquistas la conciencia y la conducta de la población”. Para ello, se recurrió a la creación simbólica de culpables estructurales que asumieron las causas de la crisis histórico-social del país.
Así, se elaboró una oratoria armada con el manejo de lógicas maniqueas muy simplistas (casi primitivas), el uso de emociones liberadoras silvestres, la confrontación política como válvula de desahogo colectivo, y el culto a la personalidad presidencial como nueva fe social.
Tal acción narrativa generó una profunda “crisis del conocimiento” y una “crisis de la verdad”, pues la comprensión de la situación de la nación progresivamente se opacó a través de la táctica de la manipulación de la información pública y del mecanismo del proselitismo político.
Dicho proceso ideologizante denominado la “Revolución de las Conciencias” en lugar de fomentar la transparencia y la objetividad del conocimiento, propició la opacidad, la manipulación y la desinformación permitiendo que el gobierno presentara cifras y datos que, en muchos casos, no eran verificables, eran falsos o eran distractores.
Se premió la mentita y la trampa como la nueva óptica para mirar e interpretar la realidad. Mediante ello, se desvió la atención de grandes temas medulares del crecimiento hacia aspectos secundarios, frívolos o intrascendentes, minimizando los álgidos análisis efectuados por periodistas e investigadores independientes sobre el desempeño de la gestión pública y los conflictos que debía resolver.
Este mecanismo comunicativo afectó sustancialmente la percepción colectiva sobre las condiciones de vida ciudadana, debilitando la confianza en las instituciones de la Republica, en el discurso presidencial y en los medios de comunicación de Estado, creando narrativas que produjeron “realidades paralelas” que polarizaron a la sociedad, y erosionaron la capacidad de los pobladores para tomar decisiones trascendentales bien informadas.

El reinado de la “posverdad gubernamental”
Por medio de dicha estrategia informativa se creó un “nuevo sentido común” masivo de corte populista que en lugar de examinar científicamente las auténticas causas estructurales que ocasionaban el atraso del desarrollo de las comunidades, forjaron una doctrina gubernamental demagógica que argumentó maniqueamente, por un lado, que el origen de todos los “males sociales” se debían a la administración de los gobiernos neoliberales anteriores y a los sectores conservadores vigentes.
Y, por otro lado, produjo una narrativa enormemente simplista y confrontante basada en el enfrentamiento entre el “pueblo bueno y virtuoso” y la “elite corrupta e insaciable”.
Así, se creó un gran relato populista colectivo que santificó al nuevo régimen de la izquierda morenista como un sistema impoluto, virtuoso y aséptico que no ocasionaba ningún perjuicio comunitario, sino al contrario aportaba grandes bondades derivadas de la implementación del modelo de desarrollo de la Cuarta Transformación histórica y todas las raíces del deterioro social se adjudicaron a los grupos opositores.
De esta manera, se elaboró un “conocimiento clientelista” para alimentar los sentimientos y las expectativas justicialistas de sus amplias bases de adeptos con la finalidad de conservar los cimientos político electorales de apoyo que requería el avance del régimen de gobernabilidad morenista.
Tal práctica comunicativa produjo cotidianamente el reinado de la “posverdad oficialista” generando “creencias absolutas” incluso fanáticas, para grandes segmentos de la población, que contrastaban con las “crudas verdades” que experimentaban habitualmente los ciudadanos, dificultando el diálogo y fomentando el enfrentamiento entre sectores civiles. Esta acción imposibilitó la generación de consensos sociales básicos entre las diversas corrientes políticas que son factores esenciales para el ejercicio de una sana democracia funcional.
Dicha operación de difusión gubernamental construyó un ambiente común de sospecha recurrente sobre la información oficial transmitida a las audiencias, dificultando la capacidad de la ciudadanía para evaluar objetivamente las políticas públicas y conocer los resultados eficientes de la gestión del Estado. Esta circunstancia ocasionó grandes desafíos para la rendición de cuentas gubernamentales, el ejercicio del derecho a la información y la construcción de la democracia real en México.
El nuevo “Ogro Filantrópico”
La implementación de esta perturbadora dinámica de difusión masiva contribuyó a alterar sustantivamente el equilibrio de poderes republicanos y a crear un nuevo “Ogro Filantrópico” de naturaleza populista que sometió al Poder Ejecutivo, al Poder Legislativo, al Poder Judicial, a los Órganos Constitucionales Autónomos, a la Guardia Nacional, al Ejército, a la Marina, a los medios de difusión públicos, a las entidades culturales, a los Tribunales Electorales, al Instituto Nacional de Desarrollo Social (INDESOL), a gran parte de la prensa y de los medios electrónicos, a los fideicomisos públicos destinados a la investigación científica y cultural, a los programas de asistencia comunitaria, a la sociedad civil organizada y a otros contrapesos sociales relevantes, para entregar todo la fuerza del poder nacional al Partido Hegemónico de la izquierda morenista y sus aliados electorales.
Con ello, se disolvió el equilibrio de la estructura republicana de contrapesos que son el fundamento de la arquitectura del Estado constitucional tripartita edificado durante muchas décadas en el país, creando un nuevo modelo de “Dictadura Perfecta”, basado en el argumento que sostiene “¡nosotros fuimos elegidos por la mayoría del pueblo de México y, por lo tanto, podemos decidir unilateralmente el destino de la nación”! Así, la pluralidad, la transparencia, la diversidad de voces, la “verdad” y la democracia quedaron subordinadas a la voluntad del poder presidencial unipersonal; y la dirección de la gobernabilidad del país respondió más a los intereses particulares del Poder Ejecutivo y del “Partido Central” que a las demandas del bienestar colectivo.
Por otra parte, complementando la grave alteración cognoscitiva del escenario social, dicho fenómeno se acrecentó sustancialmente debido a la enorme presión ejercida por diversas fuerzas de los cárteles del narcotráfico y de otros mandos políticos locales y federales contra la libertad de expresión y el periodismo crítico, formando crecientemente un modelo de gobernabilidad desinformado severamente autoritario.
El narcotráfico no solo representó una amenaza de violencia física directa hacia la población, sino que también influyó en las decisiones políticas y en la narrativa pública, causando el debilitamiento de las instituciones democráticas y una extensa impunidad criminal en todo el territorio nacional.
Simultáneamente, a este entorno deformante se incorporó el rol distorsionante del conocimiento cotidiano propagado por el manejo toxico de las redes socio digitales, las cuales, en lugar de transmitir notificaciones verificadas y objetivas sobre los acontecimientos diarios, reprodujeron constante y geométricamente miles de versiones amarillistas, adulteradas o sensacionalistas, hasta convertirlos en Trending Topics. De este modo, a través de la viralidad de las fake news y de la emocionalidad delirante derivada de éstas, el conocimiento de la realidad social acrecentó su deterioro anulando la noción veraz de los hechos.
Son los tiempos de la historia en los que aquel que se arriesga a expresar otro “ángulo de mirada” sobre lo que pasa en el mapa nacional, es proscrito, amenazado y desaparecido; y aquellos que alimentan el “oropel cortesano” del nuevo régimen de la “izquierda mesiánica” son premiados y protegidos. Es el regreso a las etapas del comportamiento humano que ingenuamente ya se creían superadas.

Recobrar el conocimiento objetivo
Dentro de este trágico escenario de formación habitual de la conciencia nacional, la labor de las universidades, especialmente de las públicas, fue una variable medular para crear otros niveles de percepción sobre las condiciones de vida de la población, ya que fueron uno de los poquísimos espacios independientes de generación de conocimientos que sobrevivieron ante la severa mecánica de desmantelamiento institucional del Estado implementada por el sistema lopezobradorista. Así, el rol de la investigación universitaria fue un factor esencial para transparentar la problemática nacional desde otras ópticas que elaboraron diagnósticos y alternativas científicas sobre las crudas coyunturas de existencia de los habitantes.
De esta forma, a lo largo de muchos años la UAM se convirtió en un reservorio racional de la libertad intelectual que aportó sistemáticamente un pensamiento analítico para generar otros conocimientos especializados que permitieran develar y canalizar más acertadamente el desarrollo del país, particularmente, en el ámbito de la desigualdad, la pobreza, la corrupción, la inseguridad y el cambio climático.
En los tiempos de la reproducción vertiginosa de la infodemia y la posverdad, hoy más que nunca, es indispensable la presencia activa de la investigación universitaria para cocinar los conocimientos anclas que nos permitan sobrevivir armónicamente en el convulso mundo que encaramos. Desde las universidades es necesario crear otro futuro para la República.
Por ello, ante este contexto de desviación histórica, es crucial defender la independencia educativa de la Universidad Autónoma Metropolitana y de otros centros públicos de educación superior, para construir soberana y objetivamente los discernimientos científicos, y no propagandistas, que requiere el reencauzamiento libertario de nuestra nación.
Hacia otro futuro
A lo largo de centenios, la sociedad mexicana demostró históricamente ejercer una gran capacidad de resistencia y reorganización social para superar los desafíos derivados de las imposiciones despóticas realizadas por el reinado de los poderes absolutistas establecidos en la República. Hoy, vía las universidades se requiere regresar a la reconstrucción del conocimiento fiel de la descarnada realidad humana que nos enmarca y a la elaboración de propuestas de resolución de los grandes desafíos para alcanzar un desarrollo más virtuoso en la nación.
La UAM es un reservorio de la libertad intelectual y del espíritu crítico para la renovación de México en el siglo veintiuno. ¡Larga vida a la Universidad Autónoma Metropolitana!
Fuente Revista Siempre, No. 3747, Columna Comunicación, Año LXXI, Fundación Pagés Llergo, Ciudad de México, México, 6 de abril de 2025, páginas 38 a 43, https://www.siempre.mx/…/medio-siglo-tratando-de…/
Fotos: Gerd Altmann/Pixabay Cartón: Luy