El alfabetismo ha sido definido como un proceso de aprendizaje que dura toda la vida y que tiene como objetivo básico el desarrollo de competencias de lectoescritura. La difusión de medios de comunicación como la televisión llevó a que los investigadores y educadores ampliaran el alcance de los procesos de alfabetización; en ese contexto el “alfabetismo mediático” (media literacy) se fue perfilando como un repertorio de competencias o habilidades que permiten a las personas analizar, evaluar y crear mensajes en una amplia variedad de medios de comunicación, géneros y formatos. Más allá de proponer un conjunto de competencias vinculadas a los medios, la media literacy también incluía una propuesta de educación mediática a desarrollar dentro de las instituciones escolares. Esta propuesta abarcaba tanto la formación crítica para el consumo mediático como la creación de un periódico o radio escolar.
La aparición de la World Wide Web, la difusión capilar de dispositivos móviles y las profundas transformaciones en las prácticas de producción, distribución y consumo de contenidos han cambiado radicalmente las condiciones de la ecología mediática contemporánea. Esos cambios han abierto la discusión sobre la pertinencia de las definiciones tradicionales de “alfabetismo mediático” y el surgimiento de nuevas alfabetizaciones. Es en este contexto que se comienza a hablar de Internet literacy, new media literacy, transliteracy o digital literacy. Todas estas nuevas formas de alfabetismo apuntaban a las nuevas competencias que los sujetos deberían conocer para desempeñarse en la sociedad digital. Por otro lado, las prácticas que emergen de la convergencia/colisión entre la industria de los medios y las culturas colaborativas, en los términos de Jenkins (2006), presentan numerosos desafíos a los educadores y comunicadores.
Estos cambios en la ecología de la comunicación hacen que el alfabetismo mediático ya no pueda limitarse al análisis crítico de los contenidos de la televisión o a la producción de piezas escolares de comunicación inspiradas en el modelo del broadcasting o la prensa. El consumidor tradicional de medios ahora es un sujeto activo que, además de desarrollar competencias interpretativas cada vez más sofisticadas para comprender los nuevos formatos narrativos, de manera creciente crea nuevos contenidos, los recombina y comparte en las redes digitales. Es en este contexto que el concepto de “alfabetismo transmedia” (transmedia literacy) puede enriquecer la concepción tradicional de alfabetismo mediático e incorporar nuevas dimensiones analíticas y operativas.
Al igual que el alfabetismo mediático (media literacy), el alfabetismo transmedia (transmedia literacy) se propone simultáneamente como conjunto de competencias y programa de intervención escolar. En el primer caso, no se trata solo de competencias vinculadas a la “tecnología digital” o a los “nuevos medios”: un buen mapa de competencias transmedia debe incluir desde competencias productivas en todos los medios y lenguajes de la comunicación hasta las vinculadas a la gestión de contenidos (o de la propia identidad) en las redes sociales, pasando por competencias narrativas, performativas, ideológicas, éticas o relativas a la prevención de riesgos (Scolari, 2018). Por otro lado, el alfabetismo transmedia se propone recuperar dentro de la escuela esas competencias y prácticas desarrolladas por los jóvenes en el ámbito informal. En otras palabras, el alfabetismo transmedia interpela a los jóvenes en tanto prosumidores, creadores o distribuidores de contenidos mediáticos. En vez de estigmatizar esas nuevas prácticas mediáticas propone recuperarlas dentro del aula, pasando de lo informal a lo formal.