Luis-Mauricio Calvo-Rubio; María-José Ufarte-Ruiz
Hace cuatro décadas que las computadoras aparecieron en las redacciones (Túñez-López; Toural-Bran; Cacheiro-Requei-jo, 2018). Desde entonces la tecnología se ha adueñado de un espacio reservado a teletipos, máquinas de escribir y a la destreza en el oficio de los periodistas, lo que ha supuesto profundos cambios en un entorno en el que las condiciones cambian antes de que las formas de actuar lleguen a convertirse en hábitos (Bauman, 2017). Una tecnología supera a la anterior sin apenas tiempo para su aprovechamiento (Lozano, 2017) y sin que se atisbe un período de estabilidad social y profesional en los medios de comunicación (Salaverría, 2019), lo que hace replantearse continuamente el concepto de periodismo y su práctica (Casals-Carro, 2006).Las labores de la era de la imprenta y de internet son de otro tiempo y las empresas periodísticas deben reinventarse si quieren seguir existiendo (Fernández-Barrero, 2018). Innovar ya no es una opción, la clave está en cómo hacerlo con éxito (García-Avilés, 2018). La inteligencia artificial (IA, en adelante) ya ocupa en las redacciones un terreno dominado por las personas (Vállez;Codina, 2018), con el argumento de que aumenta la producción de contenidos (Kimet al., 2007; Papadimitriou, 2016), mejora la precisión (Graefe, 2016; Silverman,2013) y brinda un panorama alentador para un periodismo innovador de calidad (Marconi; Siegman, 2017).Se trata de sistemas informáticos alimentados por el periodista mediante datos y algoritmos para generar automática-mente informaciones comprensibles para la audiencia a partir de una estructura y una fórmula previamente programa-das (Barrat, 2013; Bunz, 2010; Harcup, 2014), por lo que su uso ha afectado a las rutinas de los redactores, mecanizando sus funciones de búsqueda, clasificación o tratamiento informativo (Diakopoulos, 2019; Lemelshtrich, 2018; Lindén, 2017). Esta tendencia ya se usa en los países anglosajones, donde la denominan robojournalism (Burrell, 2016; Carlson, 2015; Dawson, 2010; Lee; Kim, 1998; Matsumotoet al., 2007; Van-Dalen, 2012), aunque Anderson (2013) y Bercovici(2010) prefieren hablar de “periodismo algorítmico”; Caswell y Dörr (2018) de “periodismo automatizado” y Clerwall(2014) y Karlsen y Stavelin (2014) de “periodismo computacional”. Esta denominación es compartida en España por Vállez y Codina (2018), mientras que Túñez-López, Toural-Bran y Valdiviezo-Abad (2019) optan por utilizar la expresión “periodismo artificial” y Salaverría (2014) la de “periodismo de alta tecnología”.El sector periodístico es consciente de que debe adaptarse a los nuevos tiempos y aplicar esta técnica a los métodos tradicionales de redacción de noticias (Hansen et al., 2017), ya que permitirá a los redactores alejarse de las tareas más repetitivas y rutinarias y desarrollar otras más creativas y que aporten valor al trabajo periodístico (Ford, 2013). Su uso, por tanto, continuará en los próximos años (Eudes, 2014; Newman, 2018), a pesar de sus limitaciones tecnológicas (Dörr, 2016), de los riesgos éticos (Weeks, 2014), empresariales y laborales (Murcia-Verdú; Ufarte-Ruiz, 2019), y de las dudas que genera sobre la autoría (Montal; Reich, 2017; Thurman; Doerr; Kunert,2017) y la calidad de los contenidos (Sandoval-Martínet al., 2019). Además, existe el miedo de que esta herramienta supla a redactores y origine una crisis de desempleo (Bostrom,2014; Brynjolfsson; McAfee, 2014; Cid, 2017; Villoro,2015), en un momento en el que la pro-fesión comienza a respirar después de una profunda crisis económica.Sin embargo, Cerezo (2018), Renó (2018), Salaverría (2016) y Túñez-López y Toural-Bran (2018) consideran que no existe un peligro real de extinción de la profesión, sino un proceso de cambios y ajustes. Para Sancho-Caparrini (2018) lo que está claro es que su uso va a cambiar radicalmente, y ya ha empezado, la forma en que enfrentamos y resolvemos algunos problemas.El objetivo de esta investigación es analizar la percepción que existe en el sector profesional (periodistas y responsables de medios) y en el académico (docentes y estudiantes) sobre el uso de la IA en el periodismo. El trabajo recurre a la metodología cuantitativa y cualitativa y parte de las siguientes hipótesis:H1. La percepción de periodistas, responsables de medios, docentes y estudiantes es que el uso de esta tecno-logía emergente en las redacciones no tendrá un impacto negativo sobre el mercado laboral periodístico, ya que los robots no sustituirán totalmente a los redactores, aunque sí colaborarán en muchas tareas.H2. Estos colectivos consideran que la calidad periodística de las noticias automatizadas muestra algunas ca-rencias importantes. Esta herramienta se utiliza en informaciones breves que no necesitan mucho análisis y se nutren principalmente de datos, como los temas deportivos y financieros.H3. El sector profesional y el académico sostienen que la creciente aplicación de la IA al periodismo plantea una serie de oportunidades, pero también existen desafíos, como la necesidad de apostar por una sólida formación de los periodistas que integre el uso de las tecnologías emergentes.
Consultado en: https://revista.profesionaldelainformacion.com/index.php/EPI/article/view/epi.2020.ene.09