Saltar al contenido

Libro: Comunicación (re)humanizadora: ruta decolonial

Erick R. Torrico Villanueva

In-comunicación y deshumanización van de la mano. Subyugar al Otro es un móvil que las entrelaza. Ambas perviven en la colonialidad.

Es en ese marco general, inaugurado por el proceso de conquista y colonización que desde finales del siglo XV reorganizó la geografía mundial e hizo surgir la Modernidad, donde se sitúa la negación comunicacional aún vigente, a la cual subyace la anulación ontológica de personas y pueblos.

Ese desconocimiento radical implicó la imposición de códigos culturales ajenos, la invisibilización sistemática de los que resultaron sometidos, así como la interferencia, mediación forzada y aun ruptura de sus intercambios preexistentes; además, supuso la infravaloración extrema de la otredad, el silenciamiento de su palabra y la ignorancia de su historia.

Así, el proyecto civilizatorio occidental edificado a partir de tales cimientos se fue consolidando de forma paulatina hasta establecer una estructura de relaciones jerarquizadas y desiguales, dentro y entre los países, que posteriormente resultó casi normalizada. Un factor central para ello fue y es el del conocimiento, que legitima un determinado tipo de verdades o resulta usado incluso para brindar sustento a concepciones expoliadoras de la vida.

Sea en su vertiente conservadora tradicional o en aquella que se autoconsidera crítica, ese conocimiento fundado en la episteme moderna aparece orientado por propósitos utilitarios, objetivistas y de evolución histórica progresiva que desembocan en reiterados intentos de homogenización del pensamiento. Las áreas de los saberes sobre la sociedad sufren, quizá con mucha mayor fuerza que las referidas a la naturaleza, las condiciones y presiones que se derivan de todo ello.

En el caso de la Comunicación –espacio configurado a medida de las realidades euro-estadounidenses, pero largamente aplicado a otras zonas clasificadas como “subdesarrolladas”–, lo que aún predomina en su teorización y puesta en práctica es la prioridad otorgada a la instrumentalización de sus potencialidades, al papel intermediario mas determinante de las mediaciones técnicas, a la implacable persecución de efectos e impactos por los emisores y a la consiguiente sujeción de sus manifestaciones a dictámenes de poderes varios.

Esa manera unilateral, tecnocentrada y pragmática de concebir y llevar a cabo el proceso comunicacional, que en su base es y debe ser humano y social, dio origen a la “Comunicación occidental”, diseñada en el “centro” y para él, pero que terminó siendo universalizada y, por tanto, presentada e instalada como vía modélica y con pretensiones canónicas.

Ya en el sexto decenio del siglo XX, la crítica latinoamericana encendió sus alarmas y alzó la voz tanto frente a la irrupción foránea de ideas y procedimientos como ante su pasiva reproducción local dependiente. Ahí emergieron las utopías que hablaban de emancipación, participación, desarrollo propio, derechos y democracia, junto a las formas populares, alternativas, comunitarias, locales y ciudadanas de comunicación. No obstante, estos cuestionamientos, si bien estuvieron fuertemente comprometidos con el interés público y la pluralización, se quedaron en los límites de buscar o promover oportunidades de cambio que los grupos, sectores, pueblos o Estados colocados en la periferia moderna pudieran aprovechar para insertarse en y ser reconocidos por el sistema de lo establecido.

El movimiento por la decolonización que lleva alrededor de veinte años de despliegue en América Latina, más allá de sus proyecciones extrarregionales, representa un paso distinto a los que ya fueron dados, pues se dirige a subvertir las estructuras del poder epistemológico y teórico que están en el trasfondo de la colonialidad y que, asimismo, sostienen el occidento centrismo comunicacional.

Erradicar el lastre colonial que cimienta la deshumanización para recomponer la vida y las vidas, o hacerlas reexistir, es de lo que se trata. La Comunicación crítica de Latinoamérica sigue actualmente esta ruta. Los 13 textos reunidos en este volumen dan cuenta de ello y sintetizan las bases de la episteme comunicacional latinoamericana, hacen una relectura de las contribuciones crítico-utópicas de pensadores fundamentales del subcontinente y exponen algunos de los alcances y la situación de la propuesta decolonial en el campo de la especialidad.

La (re)humanización de la comunicación (el proceso) y de su estudio (la Comunicación) es la consigna transversal de este libro. La esperanza de que ella se haga fértil es la energía que lo anima.