Cyntia Cerón Hernández
– Universidad Intercontinental.
El presente trabajo recupera y reflexiona en torno a la experiencia de intervención desde la Comunicación en una colonia de alta marginación ubicada al sur de la Ciudad de México llamada Mesa de Hornos. La colonia lleva este nombre debido a que ahí se concentraron los hornos para hacer tabique rojo, y también se establecieron los primeros pobladores con el oficio de horneros.
La intervención consistió en un taller de lenguaje audiovisual impartido por estudiantes de la Universidad Intercontinental, una universidad privada muy próxima a la colonia, y tuvo como producto final un documental realizado por los estudiantes y colonos donde se reconstruye la historia de la colonia desde la perspectiva de los primeros habitantes. La ponencia presenta la metodología de intervención desde la perspectiva teórica de la investigación-acción participativa, así como el proceso de comunicación intercultural entre estudiantes y colonos en la interacción durante el taller, así como en el proceso de la construcción del documental.
Introducción
Insurgentes es la calle más larga de la Ciudad de México. En ella se construyó el primer metrobús del país con una longitud de 30 km. el cual transporta a ciudadanos que diariamente viajan entre el centro, norte y sur de la ciudad. Ahí, casi al final de esta avenida en la Delegación Tlalpan es que se ubica esta experiencia.
Desde hace un poco más de 40 años, sobre la Avenida Insurgentes se fundó la Universidad Intercontinental (UIC), comenzaron a llegar jóvenes de clase media y media alta del sur de la ciudad a realizar estudios a nivel superior. Algunos años antes, a diez minutos hacia el cerro del Ajusco, llegaron personas para hacer tabique rojo. Ahí las y los horneros comenzaron a establecerse, sin pavimentación ni servicios, pero al menos con la seguridad de un trabajo que les permitía tener lo básico para sobrevivir.
Las familias completas participaban en el trabajo, las niñas y niños aprendían a caminar a la par de aprender a trabajar. Fue así que este oficio dio nombre a la colonia Mesa de Hornos, y así también, a través del trabajo y de compartir circunstancias de vida, se fue construyendo un fuerte sentido de comunidad e identidad.
Con los ladrillos que ahí se realizaron, se construyeron edificios y casas en Pedregal de San Ángel, en Perisur o en las colonias de clase media que proliferaron en la Delegación Tlalpan (La Jornada, 1998). Sin embargo, ahora pocos saben que sus casas se construyeron gracias al trabajo de personas que dependían de este trabajo hoy ya extinto debido al cierre de los hornos en la década de los ochenta.
El pasado verano se convocó a las diferentes licenciaturas de la Universidad Intercontinental a participar dentro del proyecto de Labsocial el cual consiste en un “Modelo de co-participación para el desarrollo social de las comunidades en pobreza extrema desde la acción universitaria” (2018) realizando una propuesta de intervención desde la Comunicación. La Directora de la Escuela de Comunicación, Hilda Ramírez, me propuso coordinar el proyecto a partir de la idea un documental que le había prestado el cual presenta el proceso de unos talleres de fotografía impartidos a un grupo de hijas e hijos de sexoservidoras en la India; a partir de esta idea comencé a elaborar la propuesta. “Historias de vida en Mesa de Hornos” consistió en impartir un taller de documental impartido por estudiantes de Comunicación con el fin de crear como un documental sobre la historia de la colonia a partir de la visión de los colonos.
En general, poco sabíamos de la colonia y los referentes que teníamos eran negativos, ya que, recientemente, se comparte información entre quienes viven o trabajamos en esa zona sobre asaltos y la presencia del narcotráfico por parte de colonos de Mesa de Hornos. Con este imaginario llegamos a trabajar, sin saber quiénes iban a asistir al taller.
Sin embargo, el planteamiento siempre fue claro y en esto, considero, radica el valor de recuperar y compartir esta experiencia. Había un interés por escuchar lo que las personas de esta colonia tenían que decir, por tratar de acercarnos a su mirada en la reconstrucción de su historia o de cualquier otra temática considerada necesaria; así como compartir conocimiento en torno al uso de herramientas visuales para que ellos mismos realizaran el producto comunicativo. Además, consideré importante que fueran los estudiantes quienes impartieran las sesiones del taller como una forma de acercarlos a una realidad que, de acuerdo a mi experiencia, muchas veces desconocen, desdeñan o consideran irrelevante en su quehacer cotidiano; por lo que consideré que esta experiencia podría ser una posible vía para establecer una comunicación intercultural.
El diseño suponía un cuestionamiento a la figura del experto como investigador/interventor, lo cual conlleva un cambio de lugar, en el sentido que los estudiantes pudieran transmitir sus aprendizajes para brindar herramientas a las y los colonos, y que fueran ellas/os quienes hablaran de sí.
La propuesta implicaba la puesta en común de dos grupos de diferente clase social en la Ciudad de México en un momento de fuerte tensión social debido a las elecciones locales y federales[1]; así como por el ambiente de violencia e inseguridad debido a la presencia de delincuencia organizada que recientemente se hacía tangible en la ciudad[2], la cual, pensábamos, como mencionó el Jefe de Gobierno, había permanecido inmune.
Había un interés genuino por el otro que implicaba que no fueran nuestras miradas y voces externas las dominantes en el documental. También había una apuesta por generar un proceso de comunicación intercultural, partiendo de la hipótesis que la emergencia de estereotipos a partir del desconocimiento pudiera minimizarse durante el proceso. Finalmente, me interesaba la creación de imágenes que hicieran visibles otras realidades, otras historias y actores sociales en diferentes escenarios, acciones o actitudes; imágenes diferentes a que lo que vemos generalmente en los medios de comunicación hegemónicos y que se reproducen en las aulas. De tal manera que los propósitos de la presente ponencia son los siguientes:
1. Exponer y reflexionar sobre la experiencia del proyecto Historias de Vida en Mesa de Hornos como una propuesta metodológica de intervención desde la Comunicación.
2. Reflexionar sobre el proceso de comunicación intercultural en la reconstrucción de la historia de la Colonia Mesa de Hornos.
- Metodología
2.1 Puntos de partida
El diseño del proyecto tiene como referentes los documentales “Nacidos en el Burdel” (Kaufman y Briski, 2004) y “Voces de la Guerrero” (Arce, Rivera y Zirión, 2004). Ambos coinciden en realizar un proceso pedagógico de herramientas de comunicación las cuales permiten que grupos en condiciones de marginación puedan expresar su forma de pensar, de relacionarse, de mirar su entorno y así mismos.
La narrativa de ambos es distinta a otros documentales donde es el periodista o investigador quien intenta descubrir y develar esa otra cultura, donde finalmente impera la perspectiva del experto con una intención o presunción de objetividad que se aleja de la realidad que quiere reflejar. A diferencia de este tipo de documentales, lo que vemos en los dos señalados es la perspectiva de los grupos con los que se trabaja, desde su propio lenguaje, sus intereses, su cultura y su mirada por lo que el resultado es espontáneo, natural y cercano a su realidad cotidiana. Es decir, se ven las contradicciones, ruptura de normas del lenguaje audiovisual, así como cánones de belleza y de lo políticamente correcto en la esfera pública y mediática.
La intervención comunicacional se planteó a partir de los ejes que construyen la metodología de la investigación-acción participativa, la cual se ha caracterizado en América Latina, como señala Gajardo (en Pazos, 2005) en “atender los intereses y necesidades de los sectores populares a incrementar su capacidad de movilización y participación social y a contribuir al fortalecimiento de sus organizaciones”.
Desde esta postura, necesariamente política, las prácticas de producción y comunicación de conocimientos se consideran tareas compartidas entre actores sociales diferentes como señala Pazos, ya sea por sus condiciones de clase, edad, género, etnia u otros. Además, se definen en función de necesidades concretas más que relevancia teórica, por lo que supone una intervención en el sentido de transformar la realidad del grupo con el que se trabaja. De ahí que la comunicación entre los grupos involucrados y la posibilidad de diálogo son fundamentales para cumplir los objetivos planteados, donde se asume que existe la posibilidad de una afectación mutua e influencia recíproca entre las partes.
La investigación participativa hace una crítica a los supuestos de neutralidad y objetividad así como a la finalidad del conocimiento, desde esta perspectiva y según Borda (1988) son fundamentales las preguntas ¿qué conocimiento se necesita?, ¿para qué es ese conocimiento?, ¿a quién va a beneficiar?. Consideré nodales estos puntos para deslindarme de un modelo que brinda ayuda comunitaria a partir de una visión victimizante del otro, o de imposición de una visión dominante.
Cabe señalar que no existió una demanda explícita, sin embargo tuvimos un primer encuentro con colonos convocadas por Lab Social donde planteamos que, desde nuestra disciplina, ofreceríamos un taller para el uso de herramientas audiovisuales para plantear sus necesidades. En esta reunión, las personas que asistieron reflejaban un gran interés por contar sobre el oficio de horneras/os, así como de los cambios que vivieron a partir del cierre de los hornos. A partir de esta primera escucha se diseñó el taller, con lo que Corona (2017:83) llama conflicto fundador que implica no ocultar o anular las formas y los saberes propios en el diálogo con otro; un punto de partida para ejercitar la igualdad a pesar de la diferencia y poner a prueba el vínculo horizontal.
2.2 De la teoría a la práctica
El objetivo general planteado para el proyecto fue coadyuvar en el fortalecimiento de la cohesión social y la identidad comunitaria entre los habitantes de la colonia Mesa de Hornos mediante la creación de un video que reconstruya la historia de ésta a través de las miradas y voces de sus habitantes.
La incorporación de diferentes actores sociales de la colonia en el proceso era clave, sin embargo debido a la falta de recursos económicos para cámaras fotográficas y de video, se realizó una invitación acotada a 15 personas para asistir al taller; ésta se difundió en la iglesia de la colonia, la cual fue nuestro centro de trabajo. Conforme iba avanzando el taller nos dimos cuenta de que el Padre hizo invitaciones focalizadas lo que seguramente reforzó el compromiso de quienes participaron.
El taller se diseñó a partir de diez sesiones de 2 horas donde se trataron temas básicos para la elaboración del proceso como composición, iluminación y otros; así como los vinculados con la reconstrucción de la memoria a través de las historias de vida.
Por otro lado, realicé la convocatoria a jóvenes que habían sido mis estudiantes en la licenciatura de Comunicación. Originalmente fueron cuatro las y los convocados, sin embargo invitaron a otros de sus compañeros y finalmente participaron seis[3]. Cada sesión estuvo a cargo de uno o dos estudiantes, quienes prepararon el material para impartir el tema, el cual fue discutido en un simulacro de clase para aminorar las posibles dificultades.
Después del abordaje conceptual, los estudiantes prestaban sus teléfonos celulares para que los colonos pudieran hacer sus prácticas fotográficas y dos de los estudiantes grababan en video. Al inicio de cada clase se comentaba de manera grupal el trabajo creativo realizado de la práctica anterior y se abordaba el nuevo tema.
En contra de las decisiones unilaterales de lo que se debe hacer o no en una intervención, se intentó llegar a acuerdos colectivos en diferentes momentos con los participantes del taller y con los estudiantes de acuerdo a las necesidades del grupo. Por ejemplo la sesión de guión planteaba que las y los participantes del taller realizaran una estructura básica para el documental, lo cual fue sumamente complejo y no resultó. Sin embargo tal vez esa fue la sesión más rica ya que de manera grupal externaron los conflictos en la lucha por un espacio donde vivir, los casos de corrupción y abuso, entre otros temas que apenas se habían tocado en las entrevistas.
Otro aspecto importante en este sentido fue la demanda de algunos colonos, de no hablar de los problemas relacionados con el narcotráfico y la violencia organizada presente en la colonia ya que tanto ellas/os como nosotras/os nos poníamos en riesgo. Por la misma razón se nos sugirió no grabar afuera de la iglesia ya que podíamos registrar propiedades de alguna persona vinculada con estas prácticas ilegales. Cabe señalar que además, circulaba en ese entonces la noticia de tres estudiantes de cine que fueron asesinados por el narcotráfico[4]; debido a esto trabajamos sólo alrededor de la iglesia centrándonos en la historia de la colonia.
Se consideró realizar Historia oral como metodología para recuperar la memoria de los colonos y reconstruir la historia de la Colonia Mesa de Hornos en tanto deja de la lado la historia predominantemente política para explicar aspectos sociales e incluye actores, temas y problemas que no son considerados por la historia oficial (Correa y Pensado, 1994).
La historia oral incluye las voces de la gente común, que si bien, como señalan Correa y Pensado, generalmente se les califica como aquellos “sin voz y sin historia”, se trata de “la gran mayoría que constituye las sociedades de los sobrevivientes de las crisis y las revoluciones políticas; son también los actores que permanecen tras bambalinas irrumpiendo siempre de manera impredecible en el escenario real para cambiar los guiones elaborados por unos cuantos.” (83).
Se apostó a realizar historia oral temática, es decir, donde se construyen relatos de vida alrededor de un tema principal a partir del testimonio oral dentro de la experiencia colectiva (Aceves, 1998:223). El eje de la narración de la vida tendría que ver con la trayectoria en Mesa de Hornos, y a partir de ello podríamos reconstruir diferentes historias respecto al pasado de la colonia.
Las y los mismos colonos realizaron las guías para las entrevistas, las cuales se discutieron en el grupo, además se realizaron ensayos para entrevistar.. En el grupo teníamos mujeres horneras y de las primeras pobladoras quienes naturalmente fueron entrevistadas por los más jóvenes del grupo; además los participantes del taller creyeron indispensable tener el punto de vista de dueños de hornos y otros colonos, por lo que una de ellas, Santa, contactó e invitó a personas con estas características.
En diferentes ocasiones no fue posible profundizar en la experiencia, y resultaron más cercanas a otro tipo de entrevistas, dejando información de lado, pero como dice Paulo Freire citando a Mao (en Pazos, 2005) “Empecemos a creer en las posibilidades de la gente, aún cuando muestre muchas deficiencias. Nosotros también tenemos muchas deficiencias”.
Sin embargo, una de las ventajas que existió fue la existencia de un código común como horneros o colonos, por lo que pudieron recordar y acompañarse en la remembranza; incluso, aclarando temas que no habían platicado o ayudándose para reconstruir algunos hechos. Otro elemento clave fueron las fotografías que los participantes del taller platicaron entre sí; compartieron imágenes de la colonia que los más jóvenes no conocían sobre el paisaje, los hornos, la convivencia y otros. Éstas funcionaron como detonadores del discurso y reconstrucción de la historia de la colonia.
Finalmente, se pidió a las y los estudiantes que escribieran un texto breve a partir de preguntas detonadoras para indagar sobre su experiencia.
- Una experiencia de comunicación intercultural
3.1 Entre el riesgo y la transformación
Generalmente las y los estudiantes de Comunicación de la UIC, especialmente durante los primeros semestres, crean mensajes para personas como ellas/os, es decir jóvenes urbanos de clase media, de nivel licenciatura, con acceso a diferentes lenguajes, productos y servicios; esto, intentando que sus ejercicios se parezcan a lo que se presenta en los medios de comunicación hegemónica, como si esto fuera una condicionante de calidad. Sin saberlo y sin notarlo reproducen en su mirada y en su hacer los códigos dominantes suponiendo que las audiencias a quienes les hablan son como ellas/os, con sus mismas necesidades o deseos; y así generalmente, se reproducen estereotipos, se invisibilizan identidades y realidades.
Se trata de lo que Bourdieu llama violencia simbólica (2000), o lo que Corona (2017) refiere como censura discursiva, la cual no necesariamente prohíbe o destruye imágenes, sino que invisibiliza; y para evitar esto, menciona, es necesario “compartir los espacios y los tiempos para conocer, contextualizar, pensar la mirada de los otros, comprender cómo se miran, cómo nos miran y cómo se entrelaza su historia con la mía” (75). El proyecto de “Historias de Vida de Mesa de Hornos” era una vía para compartir tiempos y espacios con otros.
Para los estudiantes, incluso para mí, había un imaginario alrededor de una zona de riesgo que representaba una posible amenaza, esto a partir de las noticias y comentarios en la zona. Las y los estudiantes mencionaron la sensación de miedo e inseguridad, y la expectativa a partir del prejuicio de resentimiento en las clases populares, de un posible rechazo por ser de mayor nivel socioeconómico.
Por otro lado, como mencionó Luisa, una de las participantes en el taller, a Mesa de Hornos había llegado “gente con malas intenciones, que sólo viene, aprende, saca su provecho y se va, y nosotros nos quedamos a veces engañados, con muchas promesas, explotados y usado”, por lo que había una desconfianza inicial. Sin embargo, también tenían como referente la presencia de estudiantes universitarios tiempo atrás, quienes fueron importantes para aprender sobre el ejercicio de sus derechos fundamentales y el mejoramiento de la calidad de vida en la colonia. Por lo que otros tenían una expectativa positiva.
Al conocer el grupo y al ser las primeras clases impartidas por los estudiantes, éstos tuvieron un fuerte golpe de realidad. Lo que ellos consideraban una obviedad, no lo era. Se trataba principalmente de personas de la tercera edad que no sabían leer ni escribir, que nunca habían tomado una foto, y sólo uno de ellos tenía celular. Ante esto quedó claro que debían simplificar sus clases, lo cual se les dificultó pues debían encontrar las palabras precisas para ser claros en su exposición, utilizar ejemplos cercanos a los participantes, así como modificar los términos en inglés muy utilizados en el lenguaje audiovisual. Es decir, tuvieron que ponerse en el lugar de las y los otros, cambiar sus códigos y tratar de mirar desde otros referentes.
Hubo un interés genuino de su parte en transmitir su conocimiento, y los participantes del taller estuvieron siempre dispuestos y abiertos a aprender a pesar de que resultaba una práctica lejana a su cotidianeidad. Sin embargo el tiempo fue reducido para afianzar algunos conceptos o habilidades que han tardado años en incorporarse como manejar un celular o una cámara, entre otros. Sin embargo, como señalan Martin-Barbero y Corona (2017: 72 y 73) “a la comunicación intercultural no le interesa la cantidad de información que se transmite entre emisor y receptor, ni la efectividad en los mensajes, ésta se pone en juego cuando dos o más culturas arriesgan una parte de lo suyo y lo transforman con el otro para construir un intercambio dialógico”.
El trabajo con la fotografía resultó ser muy noble, el miedo y la desconfianza aminoró y predominó un sentimiento de satisfacción del trabajo conjunto, al momento de ver las fotos proyectadas, de parte de las y los colonos por saber que podían utilizar un celular, y para las y los estudiantes, por observar que lo transmitido en clase rendía frutos.
Como menciona Corona, ver con los otros implica otra dinámica en cuestión de autoría para comprender la producción de conocimiento de los otros, la cual supone horizontalidad desde un inicio. Como en este caso, la autoría fue colectiva ya que se construyó a partir de diferentes voces que se reconocieron unas a otras. Entre quienes participaron en el taller, las personas conocidas entrevistadas, las imágees de las y los estudiantes y mías; así como las decisiones en el momento de la edición, las fotografías de los colonos y las que fueron producto del taller, que además, al trabajarse en equipos, perdieron la autoría individual.
Si bien desde un inicio había respeto de los estudiantes hacia los colonos, ésta se convirtió incluso en admiración después de haber conocido su historia y reconocer las dificultades que implica la pobreza, particularmente en la vejez. A la vez, el estereotipo de la vejez desvalida, de la pobreza ligada a la pasividad y la cerrazón fue revertido; por el optimismo generalizado, por la hornera Luisa, quien tuvo una fuerte participación en la lucha por la expropiación, por las iniciativas novedosas para mejorar la colonia, por las personas interesadas en aprender computación y otros.
De parte de los colonos había un fuerte agradecimiento hacia nosotros por compartir el conocimiento, para ellas/os las y los estudiantes eran expertos en el uso de las cámaras; sin embargo las y los colonos eran expertos de su propia historia, en la construcción de los tabiques, en la lucha por su territorio y por su vivienda. De tal manera que se construyó un puente en común a partir del trabajo con la reconstrucción de la memoria y la creación de imágenes.
- Conclusiones
Si el objetivo de la investigación participativa es transformar la realidad, la pregunta más difícil es ¿algo cambió después de nuestra presencia en Mesa de Hornos?, ¿en los sujetos que participaron en el taller?, ¿en los que verán el documental[5]?, ¿en los estudiantes que participaron?.
Hasta ahora puedo hablar sobre lo que comentaron las y los estudiantes un par de meses después del taller, quienes refieren haber ampliado su conciencia sobre otras realidades que implican cierto riesgo y otras miradas: “No soy yo y nada más yo, nos ayudaron a conocer el mundo, vivimos encerrados en una burbuja”, “Me sacó de mi zona de confort, la vida no es tan linda como nos la hacen creer, hay un mundo que no conocemos y a veces no queremos conocer”, “Podemos hacer cosas que cambian al mundo con algo tan pequeño como compartir momentos con alguien que ve la vida desde otra perspectiva”. En este sentido podría retomar a Pazos (2005) quien señala que la intervención “constituye una pedagogía pues al generar una creciente conciencia crítica de la realidad, también implica el desarrollo de una mayor conciencia sobre la necesidad de transformarla”.
Sin embargo, las y los antiguos horneros son ancianos, varios viven con miedo pues tienen que tolerar las balaceras producto del narcotráfico, las tensiones entre colonos persisten y aún hay gente que sigue luchando por tener un pedazo de tierra a pesar de la corrupción. La identidad y el sentido comunitario de la colonia se ha ido resquebrajando; y la pobreza se mantiene como una constante.
Retomando a Sontang (2013) aunque un acontecimiento ha llegado a significar, aún es la ideología lo que lo determina como tal. No puede haber pruebas, fotográficas o de otro tipo, de un acontecimiento hasta que recibe un nombre y se lo caracteriza, y la imagen se ha convertido en un testimonio de la existencia. Este ejercicio fue una forma de nombrar, de caracterizar y poner en común diferentes voces e imágenes. Esperemos, quede en la memoria el testimonio de las y los verdaderos líderes de la colonia[6] quienes lucharon por una vida digna para el bienestar de la comunidad, y en la conciencia, la desnaturalización de al mirar a los otros.
- Bibliografía
Aceves, Jorge. (1998) La historia oral y de vida: del recurso técnico a la experiencia de investigación. En Galindo, Jesús (coord.) Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación. Ed. Addison Wesley Longman. México.
Bourdieu, P. (2004) La dominación masculina. Ed. Paidós. México.
De Garay, G. (1994) Historia con Micrófono: Textos introductorios a la Historia Oral. Colección Ediciones Fuera de Colección. Editorial Mora.
Haraway, Donna. (1998) Situated knowledges: The science question in feminism and the privilege of partial perspective. En Lincoln, Yvonna y Kenzin, Norman (ed.) Turning Points in Qualitative Research. Tying Knots in a Handkerchief. Altamira Press. California. (Reimpresión de Feminist Studies. 14, No. 3. (Fall): 575-599)
La Jornada. Mesa de los Hornos se edificó con desechos en un lugar de ladrilleras. 4 de septiembre de 1998 http://www.jornada.com.mx/1998/09/04/mesa.html
Martín-Barbero, J. y Corona, S. (2017) Ver con los otros. Comunicación Intercultural. Fondo de Cultura Económica. México.
Pazos, C. (2005) Apuntes sobre Investigación Participativa. Una revisión de antecedentes, proposiciones políticas y de metodología. http://www.inia.org.uy/online/files/contenidos/link_05062006103256.pdf
Sontang, S. (2013) Sobre la fotografía. Colección Ensayo. Ed. Gandhi. México.
[1] Cabe señalar que los talleres se desarrollaron durante la etapa de campaña de las elecciones federales en México donde hubo una fuerte polarización social principalmente entre los partidos con mayor apoyo ciudadano, el Partido Acción Nacional y MORENA, los cuales representan la cultura y los intereses de la clase alta y baja respectivamente.
[2] Los recientes casos de violencia dejaron ver escenas características de los estados más afectados por el combate al crimen organizado y el narcotráfico. Para dar un panorama amplio en el primer semestre de este año, se registró un promedio de 3,3 homicidios al día y un incremento del 66% respecto al 2014. (https://www.infobae.com/america/mexico/2018/07/30/alarma-en-ciudad-de-mexico-ante-la-peor-ola-de-violencia-de-los-ultimos-anos/)
[3] Dos no accedieron debido al temor generado por los rumores negativos de la colonia.
[4] Salomón Aceves, Marco García y Daniel Díaz fueron raptados por miembros del Cartel Jalisco Nueva Generación en marzo del 2018. Los estudiantes volvían a sus casas después de realizar un proyecto escolar en las afueras de la segunda ciudad más grande de México. (https://www.animalpolitico.com/2018/04/3-estudiantes-asesinados-violencia/)
[5] El documental será proyectado para los participantes del taller e invitados en la iglesia de la Colonia Mesa de Hornos por primera vez el día 28 de noviembre del 2018, después de entregar el presente trabajo.
[6] Los colonos y horneros llaman líderes a quienes los representaban en la lucha por la expropiación ante instancias gubernamentales, el término tiene una connotación negativa marcada por la corrupción.