Nos proponemos en este artículo resumir en parte el pensamiento de Noam Chomsky, famoso científico, catedrático emérito de Lingüística del Instituto Tecnológico de Massachussetts (Cambridge, USA), y activista filosófico político. Nos centraremos en sus ideas sobre la naturaleza humana y sus consecuencias ético-políticas, el origen del lenguaje y el alcance y limitaciones de las ciencias experimentales para obtener la rara imagen de un gran científico sin prejuicios y auténtico y honesto librepensador. A la vista de su pensamiento en estos campos y basándonos en otro autor, C. S. Lewis, haremos una propuesta en la segunda parte de este artículo sobre la posibilidad y surgimiento de un alma racional y su compatibilidad y complementariedad con las ideas del lingüista.
Primeramente, haremos una breve introducción al personaje en sus dos facetas principales, la de lingüista y la de activista sociopolítico.
Chomsky, científico lingüista y activista sociopolítico
Si hubiera que hacer un elenco de los más notables científicos cuya obra haya abarcado los siglos XX y XXI, no cabe la menor duda que debería incluir a Noam Chomsky (1928, Filadelfia, Estados Unidos). El New York Times lo califica como «el intelectual más importante en la actualidad» y es el más citado en publicaciones académicas. Se puede decir que Chomsky es el responsable de la llamada «revolución cognitiva» de los años 50, con la elevación del lenguaje, entendido como innata capacidad humana, a ciencia cognitiva, susceptible de estudiarse utilizando el método científico. Sus predecesores, los fundadores del Estructuralismo lingüístico europeo y americano, concebían la lingüística como una ciencia taxonómica, de estudio, clasificación y comparación de las distintas lenguas, que eran consideradas arbitrariamente distintas y descriptibles por medio de reglas formales a distintos niveles (respecto a los sonidos, unidades léxicas y oraciones). Sin embargo, nunca se propusieron caracterizar esa capacidad innata que posibilita que cualquier ser humano desarrolle una (o más) lengua(s) y, en general, no se plantearon el origen de la adquisición del lenguaje o la asimilaron al aprendizaje genérico de una serie de hábitos, lingüísticos en este caso. Chomsky adelantó la brillante e ingeniosa propuesta de que el lenguaje es un sistema mental específico, no simplemente una constelación de capacidades cognitivas generales, recursivamente generador de reglas lingüísticas, que podía explicar por qué los hablantes de una lengua pueden, en teoría, entender y producir un número infinito de oraciones gramaticales originales.
Chomsky es el pionero de la distinción entre la gramática mental, de contenido subconsciente, que se desarrolla en el cerebro al modo de un sistema computacional, como resultado de la exposición a los datos de la lengua ambiente; y la descriptiva, por medio de la cuál los lingüistas intentan caracterizar formalmente aquélla. Se impone la existencia de un componente genético, dice Chomsky, y lo denomina Gramática Universal, porque solamente así se explica que un niño identifique estímulos lingüísticos en su hábitat de modo más o menos consciente y desarrolle la capacidad que todos usamos (tarea ésta nada fácil de replicar, apunta), mientras que otros animales no son capaces ni de reconocer la especificidad del estímulo lingüístico aun expuestos a los mismos datos. Opina que es una realidad que explica por qué los infantes de cualquier raza trasplantados de su lugar de origen a otro país desarrollan sin problemas la nueva lengua. El problema y programa de investigación consiste precisamente en formalizar en qué consiste esa impronta genética, lo que va evolucionando con la ciencia lingüística, y para llevarlo a cabo sirven todas las lenguas pues todas son una manifestación de la misma capacidad, independientemente de los conceptos y categorías culturales que codifiquen por haberse desarrollado en un determinado espacio físico y social.